Florinda sabe de la vida, alegrías y sufrimiento de la tercera edad, y como ha recibido año a año el cariño, en un hogar que la cuida para siempre con la dignidad que merece.
Se encoge el alma cuando se ingresa a un hogar de la Fundación, por cuanto la imaginación lleva a pensar otra cosa. Pero la organización, dignidad y el cariño que se percibe en el ambiente, entrega una tranquilidad elocuente, y es que los adultos mayores que ahí residen no pueden estar en mejores manos -claro está-, en su obligada condición de estar lejos de su casa.
Es la historia de Florinda, una longeva mujer que hace unos días atrás cumplió 108 años de vida. “Nació a principios del siglo pasado”, es algo que repiten quienes se sorprenden al conocerla. Pelarco fue la comuna que la vio nacer en 1914, dándole una bella vida campesina de esfuerzo y tradiciones. Allá estudió, allá conoció el amor y allá trabajó en el comercio, en donde la querían mucho por su amabilidad y buen trato.
Conoció el amor en Talca, siendo esta ciudad que la adoptó más adelante y el resto de su vida. Se casó joven y enviudó, siendo aquello una de sus penas más grandes y que recuerda siempre. Entre trabajos -y ya pasados los años al cuidado de sobrinos y familiares-, Florinda ingresa el año 2018, llenando de alegría el entorno del Hogar Madre del Buen Consejo en la capital maulina.
Es regalona, le gusta mucho tomar tecito mientras recorre diferentes espacios, conversando con residentes y funcionarias por igual. Aún la visita esporádicamente una vecina y a veces sus sobrinos, mientras Florinda poco a poco va adquiriendo una cruel demencia, pero con dignidad. Es por ello que el Hogar le celebra su cumpleaños como se merece, la más longeva residente del lugar -y quizás porque no pensarlo-, puede que sea la más longeva de la Fundación Las Rosas a lo largo de todo Chile.
Historias como ésta no son comunes, sin embargo, dan cuenta del cuidado, cariño y profesionalismo del personal del Hogar, lo que ha permitido en parte, a que Florinda llegue a vivir tantos años, pero que además lo haga en muy buenas condiciones de salud.
Cuando la gente se detiene a reflexionar sobre situaciones como éstas en el futuro cercano, es momento para que organizaciones como Fundación Las Rosas cobren mayor sentido, entendiendo la necesidad de colaborar para que su funcionamiento sea óptimo y su crecimiento constante, pues no es solo el dinero el contexto, sino que son historias de vida como las relatadas, las que dependen en gran medida de la solidaridad, atributo que se dice hasta el cansancio, tanto caracterizar a los chilenos.