La intervención quirúrgica de alto riesgo duró seis horas y contó con la participación de 12 especialistas del Hospital Regional de Talca, además del equipo clínico.
Cuando las voluntades fluyen y se coordinan los servicios, hasta en pandemia puede resultar exitosa una cirugía de alta complejidad, como la que tuvo el pequeño Agustín Espinoza Rodríguez de 3 años, quien reside en San Javier.
Según explicó el cirujano maxilofacial del Hospital Regional de Talca (HRT), Dr. Pablo Reyes, Agustín necesitaba operarse de forma urgente debido al diagnóstico de anquilosis de ATM derecha secundaria a infección otomastoidea, es decir, tenía “soldada” la mandíbula a la base del cráneo, debido a una infección al oído que sufrió a los pocos meses de vida, quedando imposibilitado de abrir la boca durante dos años.
El Dr. Reyes lideró el largo proceso que conllevó la intervención quirúrgica, aunando a los servicios del HRT en la necesidad de operar cuanto antes al menor, puesto que su salud se estaba empeorando progresivamente y ya estaba presentando apnea del sueño, aparte de lo anormal que es para un ser humano no poder hablar o alimentarse como corresponde.
“Como equipo maxilofacial llevamos varias cirugías complejas en niños, éstas antes debían ser operadas en Santiago, y particularmente ésta fue un gran desafío por la complejidad y porque nunca había sido realizada en nuestro hospital, y eso pudo ser gracias a que se movilizaron varios equipos médicos, el hecho de no poder abrir la boca durante tanto tiempo, trajo falta de desarrollo en su cara y mandíbula, afectando gravemente su capacidad respiratoria y produciendo problemas obstructivos frecuentes, por lo tanto, el primer desafío fue la intubación”, indicó el especialista.
Para lo anterior se realizó una exitosa coordinación entre el equipo de anestesia y otorrino, los cuales lograron exitosamente su cometido.
Posteriormente, realizaron la cirugía de liberación de la anquilosis y reconstrucción de la nueva articulación en Agustín.
EVOLUCIÓN SATISFACTORIA
El especialista destacó que la cirugía del menor estuvo en constante evaluación, debido a las medidas de la emergencia sanitaria, “pero lo logramos, y cuando estuvo todo esto coordinado, lo operamos y ya llevamos cerca de dos meses de posoperatorio. El paciente ha evolucionado bastante bien y esto se debió un poco a toda esta organización”, además del uso de las tecnologías como modelos esterolitográficos y planificación 3D, que facilitaron e hicieron más predecible dicha cirugía.
Hoy el menor está en control, con curaciones y fisioterapia, aparte de los ejercicios que realiza en su propia casa.
En este sentido, la madre del menor, Carolina Rodríguez, explicó que Agustín hace terapia en su hogar y destacó que la vida de su hijo ha cambiado bastante después de la intervención.
“Él estuvo dos años con la mandíbula cerrada y no podía comer bien. Le costaba mucho, por ejemplo yo le daba medio pancito y se demorada media hora en comérselo. (Ahora) Tiene una mejor calidad de vida, antes él casi no podía comer bien. Ahora solamente le quedan las terapias, está con fonoaudiólogo y kinesiólogo”, sostuvo la mamá.