Muchos están reacios a salir de sus casas o a volver a vivir de la manera en que lo hacíamos antes de que la pandemia llegara a Chile. Estoy totalmente de acuerdo, porque debemos ser responsables para controlar el virus y resguardar la seguridad de quienes están en el grupo de riesgo y el contagio puede resultar mortal.
Pero, de alguna u otra forma, debemos retomar las actividades cotidianas, porque también hay muchas personas que están siendo víctimas de trastornos asociados al encierro, como crisis de pánico, ansiedad, depresión, estrés y hasta violencia intrafamiliar.
En Europa algunos de los países más golpeados como Alemania e Italia ya comenzaron con un plan de reapertura de actividades “normales”, si así se le puede llamar, y han autorizado la práctica algunos deportes y paseos por lugares públicos. En Chile, si bien aún no llegamos al peak de contagios, el Presidente también anunció un plan de retorno paulatino a una “nueva normalidad”.
Muchos chilenos han rechazado esta medida, pero creo que no siempre debemos mirar lo negativo. A mí parecer es importante que algunos sectores del ámbito público vuelvan al trabajo presencial, sobre todo quienes atienden público. Claramente estos funcionarios no deben pertenecer al grupo de riesgo, y tampoco deben compartir vivienda con alguien que lo esté.
Si bien es importante activar de buena manera los servicios que van en directo beneficio de los chilenos, también debemos resguardar la seguridad de los trabajadores. Por eso la activación de esta “nueva normalidad” debe ser bien estructurada, dispuesta a cambios ante la contingencia y no exponiendo a nadie.
Debemos tener claro que nada volverá a hacer como antes, o por lo menos en un buen tiempo. Pero tenemos que buscar la forma de que las enfermedades asociadas al encierro que mencioné al principio, no se conviertan también en una amenaza para la vida de los chilenos.
Andrea Camargo